Mes: julio 2023
Protegido: ¿Controlas o descontrolas?
Protegido: Estar centrado, estar descentrado.
¿Arrepentirse o responsabilizarse?
Idea principal
El ejercicio de responsabilizarse o la necesidad de arrepentirse, son elementos parecidos pero no exactamente iguales.
Ideas de apoyo
«Ya pasó, sí, no me arrepiento. Para qué. Si total ya pasó y ahora lo hecho hecho está, lo hecho pecho y mira adelante no vuelvas a tropezar otra vez.
Ese arrepentimiento que a veces se nos cae encima como un árbol talado al que no podemos evitar, vuelve a reproducir otra vez el dolor de la herida, que en su momento se produjo y que no dejó más que una huella de dolor, que ahora se vuelve a abrir y reproducir con la misma o incluso mayor intensidad.
Si ayer hablaba del quiero y no puedo, mostrando mi admiración por el quiero, no puedo y lo conseguiré, hoy quiero y puedo hablar del No me arrepiento.
Echando la vista atrás uno puedo empezar a hacer balance de los años transcurridos con calma, con capacidad para poder visionar las películas sin subscripción, gratuitas de nuestra historia. De episodios concretos, más o menos complicados. De dramas y de alegrías, de fuerzas que nos arrastraban como barcos chiquititos.
Mi opinión, mi experiencia es que no me arrepiento. O al menos, me arrepiento de muy, muy poquitas cosas. Cada uno hace lo mejor que puede en cada momento. Otra cosa es que el contexto no sea el adecuado y nuestra capacidad de acción no dé para mucho, la verdad. Los errores que nos pueden llegar a reprochar vienen más de soluciones de compromiso que no de malas intenciones.
Las personas más apasionadas, más reactivas, acaso sí que tengan más cosas por las que arrepentirse. De todas formas es un ejercicio que, por otra parte, muy sano poder quedarse libre de la carga de la culpa que se esconde en las rendijas del inconsciente, como queriendo acechar, como perturbadores ojos en la noche.
Para poder quedar libre de la culpa, no hay como expresar ese sentimiento a alguien que sabes que no te va a echar aún más carga. El poder expresar lo que ocurrió y lo que uno hizo, con un capellán, terapeuta, amigo o desconocido relativiza el drama interno que se pueda almacenar.
En ocasiones será de una manera ligera y superflua, como si no dijera nada importante y en realidad, por dentro, existe una gran descarga de un buque carguero.
Otras veces, será necesario acompañar el relato de lágrimas que liberen la gran presión ejercida durante quizás años y que, en un momento dado, húmedamente explota.
Habrá momentos que unas copas de más abran la puerta a la verdad escondida, a altas horas de la noche, proclamando el arrepentimiento, rompiendo el alcohol las barreras conscientes que mantienen a ralla esos ojitos de la noche que, ahora, etílicamente, afloran. Dicen que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.
Con la intoxicación alcohólica uno airea las culpas sin miedo al arrepentimiento, puesto que está líquidamente justificada su apertura. Bien, esto, de todas formas, da para el guión de una película en donde el asesino se arrepiente y confiesa borracho al amigo circunstancial de juergas sus fechorías. Ante tal confesión, al amigo se le pasan los efectos rápidamente, vuelve a consciencia y denuncia la confesión ya de madrugada en la comisaría más cercana.
En general, de lo que nos arrepentimos suelen ser pequeñas flechas, que, según a nuestro parecer, provocaron grandes heridas. Como cuando uno pide perdón al amigo por aquella vez que hice o dije esto y lo otro. Y el amigo, que recibe todo el dolor del arrepentimiento y de la confesión, a duras penas recuerda la ofensa realizada y se limita a perdonar y a cambiar de tema con un aire de comprensión y de ternura, propias de la buena amistad.
Otro tema es cuando al pedir dicho perdón el supuesto amigo aún se jacta de otras ofensas, muchas veces vividas e imaginadas que echan aún más tierra al arrepentido, que a su vez se arrepiente de haber hablado y admitido ante alguien a quien ahora ya no llama su amigo sino casi su verdugo.
Confesados pequeños o grandes pecados, la cuestión no es tanto arrepentirse sino aprenderse, sí, de uno mismo, de lo que acontece y lo que se vive a gran velocidad que necesita ser recordado para saber cuál fue el error o pecado cometido. Y no volver a caer en la trampa de las circunstancias de la que ahora no puedo sentirme orgulloso.
Abogo más que arrepentirse, en el fracaso, el responsabilizarse y aceptar las consecuencias como parte de una vida. De esa responsabilidad, dos elementos: aprendizaje y aceptación de las consecuencias, de todas las consecuencias. «
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«Quiero y no puedo»
Idea principal
Quiero y no puedo. Una frase típica que acompaña a mucha gente y la sume en un estado de falta de poder interno.
Ideas de apoyo
- Quiero, no puedo y lo conseguiré. «Lo he dado todo». Aquí vemos la diferencia en cuanto a la fuerza de las intenciones.
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