Para poder reconectarnos a lo mejor de nosotros mismos, que muchas veces vamos olvidando, es preciso hablar de vibración. Conexión y vibración son dos caras de la misma moneda. Os invito. Adelante.
Ideas de apoyo:
– Vamos a imaginar que estamos en una piscina, que es verano, que estamos disfrutando. Imaginemos que estamos con amistades, con familia, que lo pasamos bien. Imaginemos que no hay nada en ese rato que nos preocupe. Estamos vibrando en positivo con nuestra imaginación.
– Si nos dejamos llevar por una música, relajando nuestro cuerpo o bailando al son de los compases, estamos vibrando en positivo.
– Si nos fascinamos con la luz de una vela, ahora que estamos en adviento, o el simple halo de la luz nocturna de la luna que despierta la estancia filtrándose a través de la ventana. Eso es vibración.
Queridos amigos y amigas, dentro de todos los estudios e investigaciones que voy llevando a cabo, surge una idea principal que se repite continuamente: la conexión a uno mismo, la conexión interna. Os propongo una semana llena de ejercicios, de ideas para re conectarnos a nuestras emociones, a nuestra esencia, a nuestra capacidad de amar sin que por ello tengamos que sufrir.
Ideas de apoyo:
– El objetivo ir más allá de la respiración para poder conservar y mantener nuestro centro interno. Nuestro interior es ilimitado, podemos soñar, recordar, observar, pensar, hacer sin pensar, agobiarnos, adaptarnos, buscar la colaboración y la comunidad para solucionar problemas, la imaginación y la creatividad para encontrar soluciones a los retos que tenemos delante.
Dedico esta semana al fascinante mundo de nuestro niño/a interior. En los niños está la esencia de nuestro ser: espontaneidad, asombro, aprendizaje continuado, descubrimiento, ilusión, despreocupación. Os invito a realizar un viaje por este mundo fantástico que llevamos dentro.
Ideas de apoyo:
Aburrirse. Es la base, es el principio de volver a recuperar nuestro niño interior, que pasó mucho tiempo aburrido, en su habitación o en las clases, o donde fuera. Aburrirse es dejar de pensar, es dejar que el tiempo pase, buscando nuestro mundo ajenos al mundo exterior.
Recuperar aficiones antiguas, olvidadas. Como dibujar, hacer puzzles, hacer colección de algo, sellos, monedas, muñecas. Admirar los juguetes, recordarlos, el cinexin, los juegos reunidos Geyper, el juego de química,
Volver a leer libros, cómics de la infancia.
Visitar los lugares que frecuentabas de chico, de adolescentes, aunque hayan cambiado, buscar aquella esencia del ambiente a pesar de haber pasado mucho tiempo. Pasear simplemente entre ellos.
Jugar con tus hijos, con tus sobrinos, con tus nietos, con fuerza, con ganas, con intensidad, con gozo, con despreocupacíón, sacando ese entusiasmo que entusiasma a los niños.
Dedico esta semana al fascinante mundo de nuestro niño/a interior. En los niños está la esencia de nuestro ser: espontaneidad, asombro, aprendizaje continuado, descubrimiento, ilusión, despreocupación. Os invito a realizar un viaje por este mundo fantástico que llevamos dentro.
Ideas de apoyo:
– El objetivo es ir recuperando ese niño/a interior que muchas veces hemos ido dejando atrás en el camino. No vamos a profundizar en las posibles heridas de la infancia aunque sí que daré algunas pautas generales para poder ir curándolas y asumiéndolas.
– Una persona adulta es un niño que ha ido adquiriendo capas, olvidando y perdiendo actitudes, un niño que se ha enfrentado con el mundo y ha podido crecer en él.
– Hoy vamos a recordar momentos entrañables, momentos interesantes de nuestra infancia, donde nos sentimos de alguna manera especiales.
– Momentos como: acontecimientos sociales, la primera comunión para muchos, rencillas con los hermanos, ese profesor que te hizo sentir especial, escenas en la clase -pasamos muchas, muchas horas en la clase-, momentos de ver la tele en familia, momentos de Navidad, de Reyes, de regalos, momentos de cumpleaños, con velitas y pastel. Momentos de alguien que nos lee cuentos, momentos de viajes, de quedarte dormido en el coche, de despertar en algún sitio diferente.
– Momentos que nos hacen vibrar, que nos ayudan a soñar al recordarlos, momentos que puedes comentar con tus hermanos, con algún conocido que aún te veas. Un abrigo o un jersey determinado, una foto que aún conservas y que te hace viajar en el tiempo, justo al momento ese en que tomaron la foto. Momentos, buenos momentos que forman parte de nuestra historia. Hoy nos acordamos solamente de los buenos, si surgen algunos malos, los dejamos de lado.
– Si la semana pasada hablábamos de un cesto donde recoger recursos y nuestra vida repleta de diferentes jardines a los que tenemos que cuidar, el jardín de nuestra infancia y de nuestro niño interior es una maravilla, es una cascada de memorias a las que podemos acceder sin esfuerzo para hacernos inspirar en ese pasado que dejamos atrás y que aún podemos hacer un alto en el día a día y hacerlo presente.